Fragmentos de El Matadero
“La perspectiva del matadero a la distancia era grotesca, llena de animación. [.1 En torno de cada res resaltaba un grupo de figuras humanas de tez y raza distinta. La figura más prominente de cada grupo era el carnicero con el cuchillo en mano, brazo y pecho desnudo, cabello largo y revuelto, camisa y chiripá y rostro embadurnado en sangre. A sus espaldas se rebullían E...] una comparsa de muchachos, de negras y mulatas achuradoras, cuya fealdad trasuntaba las arpías de la fábula. Por un lado dos muchachos se adiestraban en el manejo del cuchillo, tirándose horrendos tajos y reveses, por otro, cuatro, ya adolescentes, ventilaban a cuchilladas el derecho a una tripa gorda y un mondongo que habían robado a un carnicero E...]. Simulacro en pequeño era éste del modo bárbaro con que se ventilan en nuestro país las cuestiones y los derechos individuales y sociales E.. 1.
La matanza estaba concluida a las doce, y la poca chusma que había presenciado hasta el fin se retiraba en grupos [..1 Mas de repente la ronca voz de un carnicero gritó: —Allí viene un unitario!— y al oír tan significativa palabra toda aquella chusma se detuvo E..]
—Perro unitario.
—Es un cajetilla.
—Monta en silla como los gringos.
—
—La tijera!
—Es preciso sobarlo. [...]
—A que no te le animás, Matasiete ?
—A que sí E...]
—Degüéllalo, Matasiete; quiso sacar las pistolas. Degüéllalo como al toro.
Mueran los salvajes unitarios! Viva el Restaurador de las Leyes!”
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